En este día tan comercial como sentimental para tantas personas, querría por una vez que Internet fuese más poderoso aun de lo que es y pudiera conectarme contigo para desearte las felicidades que siempre te he deseado en este día.
Estando en el hospital te dije alguna vez que yo tenía la enorme suerte de haber tenido como madre a la mejor del mundo. Así lo sentía y así lo siento ahora, convencido de que bajo el anonimato se escondía una mujer excepcional y una madre donde las haya. No creo que llegue nunca a entender de donde sale tanto amor y tanta dedicación.
Hoy he querido hacer algo para llegar más cerca de ti, olvidando una vez más que tu estás mucho más cerca de lo que pienso; estás en mí, viviendo con toda tu carga genética y todo lo que has dejado desde que fui creciendo en tu vientre hasta la última caricia que te hice en tu rostro hermoso y tus cabellos recien peinados y con ese estilo que siempre tenías contra viento y marea.
Estás en Minerva, donde no he parado de buscarla hoy, y la he visto. Y he querido enviar este mensaje al mundo y más allá de él para que la realidad o irrealidad de nuestras historias jueguen a engañar a los dioses y vengas a mi con tus besos, tus abrazos y tu mano congiendo la mía, para darnos esa fuerza que solo Dios sabe el poder tan grande que tiene y tendrá por siempre. Con esas manos unidas te tengo en mi corazón y vivo en ti y tu en mi. No hay nada ni nadie en el Universo ni fuera de él que pueda separarnos.
Felicidades, Mamá!!! Gracias por traerme a este mundo y darme tanto. Te quiero, te quiero.
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